La Fundación Ramón Areces y Nagrela Editores organizaron el pasado jueves una mesa redonda para conmemorar la Ley 12/2015 en materia de Concesión de Nacionalidad Española a los Sefardíes originarios de España; la ley del reencuentro.
El evento fue presentado por Raimundo Pérez-Hernández y Torra, director de la Fundación Ramón Areces, Rubén Lerner, editor de Nagrela Editores y Michael Sandel, Premio Princesa de Asturias. El acto coincidió con la publicación del libro Cuánto os hemos echado de menos (Nagrela Editores, 2023).
La mesa redonda fue moderada por el historiador José Antonio Lisbona, e intervinieron el exministro de Justicia de España, Alberto Ruiz-Gallardón, el escritor francés, Pierre Assouline y Samuel Bengio, presidente de la Asociación Yad Vashem España.
Uno de los principales promotores de la ley fue Alberto Ruiz-Gallardón, que comenzó su intervención con una confesión personal: «He tenido una vida pública dilatada. Uno cuando abandona la vida política y tienen una mirada serena puede hacer balance. En estos años fuera de la vida política he llegado a la conclusión que lo más importante que he tenido la oportunidad de hacer tras más de veinte años en el ejercicio de cargos públicos fue la aprobación de la Ley 12/2015 [en materia de Concesión de Nacionalidad Española a los Sefardíes originarios de España]».
El exministro terminó su intervención con una declaración histórica: «La ley fue un éxito. Pero un éxito interrumpido por la fecha de caducidad. Soy consciente que fuimos nosotros mismos los que introdujimos el plazo de caducidad, pero sin éste la ley no se hubiese aprobado. Hoy, vista la experiencia y desde un análisis deontológico de derechos, no tiene sentido que un derecho, que la Nación Española reconoce, esté sometido a un plazo. Si ese derecho se tiene por ser descendiente de aquellos judíos expulsados de España, ese derecho tiene que ser permanente. Yo soy absolutamente partidario de reformar esa ley para convertir en permanente y sin fecha de caducidad el derecho de obtener la nacionalidad española, como el caso portugués».
El escritor francés, Pierre Assouline reconoció que «siempre ha sentido Sefarad. Para mí el pasaporte español, al tener ya el pasaporte francés, no me suponía ninguna ventaja. Pero lo que me convenció para aplicar a la solicitud fue el discurso de Su Majestad tras la promulgación de la ley, con su histórica frase “Cuánto os hemos echado de menos”. Ese discurso me tendió una mano, y quien soy yo para no tomársela».
Samuel Bengio, nacido en Tánger y solicitante de la nacionalidad sefaradí, cito recuerdos de su vida en su ciudad natal. «Cuando obtuve la nacionalidad tuve la sensación de que se cerraba un ciclo que había comenzado cuarenta años antes cuando decidí venir a España y que había conectado con un vector de mi historia, que es el sefaradí, compuesto por traducciones judeoespañolas que había mamado en casa de mis padres, de un idioma y costumbres, que seguimos ejerciendo hoy en día».
Con la promulgación en junio de 2015 de la Ley de concesión de la nacionalidad española a los sefardíes originarios de España se culmina una serie de actuaciones de carácter legislativo que se iniciaron formalmente en 1924. Todas ellas tratan de establecer vínculos jurídicos entre los judíos descendientes de los que abandonaron forzosamente España en 1492 y el Estado español, a los efectos de regular su posible adquisición de la nacionalidad.
Esta ley supuso «la reconciliación de la España democrática fundada en la Constitución de 1978 con Sefarad». Según el exministro Alberto Ruíz Gallardón: «ya que no podíamos rencontrarnos con aquellos judíos a los que se expulsó, lo que hicimos fue intentarlo con sus descendientes. Ese es el sentido último de la ley».
El evento fue un homenaje a la ley del Reencuentro y a todas aquellas personas, muchas de ellas anónimas, que han hecho posible la promulgación de dicha ley. Desde hace más de 30 años España recorre un largo y valiente camino para reencontrarse con sus judíos. Uno de los pasos más esenciales fue el establecimiento de relaciones diplomáticas con Israel en 1986, que tan buenos frutos ha dado para sendas democracias. Otro lo fue el otorgamiento del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia a las Comunidades Sefardíes en 1990. A la par de trascendente fue la concesión de la nacionalidad española por carta de naturaleza a los descendientes de los judíos sefardíes entre los años 2006 y 2012. Dicha concesión constituyó la antesala de la Ley 12/2015.
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